Entonces llegaron los primeros días de mayo,
tan esperanzadores a pesar del abismo,
tan luminosos aún en la penumbra.
Ahora no es tiempo para exhibir perlas ni derrochar
ceguera ante la belleza del arcoíris,
sino para amasar barro y
construir edificios de cordura y humanidad.
Con nuestras manos y la caricia del agua de lluvia.
tan esperanzadores a pesar del abismo,
tan luminosos aún en la penumbra.
Ahora no es tiempo para exhibir perlas ni derrochar
ceguera ante la belleza del arcoíris,
sino para amasar barro y
construir edificios de cordura y humanidad.
Con nuestras manos y la caricia del agua de lluvia.
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